Inicio de mi relato "La Señora del Hidrógeno", dedicado a la Inefable Oscura, Elizabeth Bathory (1/8)

¿Cuando empezó todo ?- se preguntó, con aquella incomprensible y gélida ecuanimidad intelectual, aquel desconcertante y dulce desprendimiento que se difundía sin remedio por cada neurona y cada fibra de su cerebro - ¿Cómo y cuando exactamente fuí consciente por primera vez de la presencia consustancial del Mal dentro de mí?... No lo sé... Quizás no importe... Supongo que lo llevaba enterrado en lo más hondo de mi alma y de mi cuerpo desde el principio..., o puede que antes, si Platón y ciertas filosofías orientales, como el Brahamanismo, tienen razón... Da igual... yo, Elizabeth, siempre he sido sincera conmigo misma, y no ignoro que mi innata e irresistible tendencia hacia las fuerzas que la mayoría de mis semejantes consideran lo diabólico y lo prohibido, expresado de forma suprema en la consecución del éxtasis a través del dominio absoluto y el tormento de mi prójimo, han formado parte del núcleo mismo de mi voluntad desde el alba prematura de mi sensibilidad más tierna e inconsciente... Yo no he elegido la Sombra... He sido maligna desde el amanecer de mi embrión.. Lo sé, y no me importa..., pues mi maldad es, empero, inocente..., inocente como el color de los ojos o el talento para la poesía.., connatural conmigo, irremediable, inexorable, inconmovible... Soy una Santa del Mal..., y lo asumo con plena satisfacción..., y con la ingénua aceptación de la niña inconmensurablemente inquieta, rebelde, precoz, superdotada e hipersensible que, en el fondo del vasto pozo de mis aparentes delitos contra la Humanidad, jamás he dejado de ser...
Pero, si hubiere de seguir la patética aunque reconfortante y universal tendencia humana a clasificar, etiquetar y fechar cada fenómeno que se muestra a su sensitividad, raciocinio y entendimiento, podríamos decir que mi más temprano contacto con la Oscuridad aconteció pronto, muy pronto..., cuando no era más que una linda aunque hiperactiva pequeñaja de unos cuatro años de edad... Por entonces tuve mi primer ataque "epiléptico"..., por así decir..., aunque, en realidad, nadie supo nunca la verdadera naturaleza del convulso e intermitente mal que arrojaba mi conciencia a las simas de Lo Desconocido...., primero, a través de una rabia violenta y espumeante, seguida del más absoluto y todavía más aterrador episodio de lo que describiré como una especie de estado catatónico inusualmente profundo y prolongado...; Sí..., sé que quienes ésto lean en el lejano porvenir, sonreirán con esa falsa suficiencia propia de una futura sociedad más sabia y altanera con el Misterio que ésta cuyo axfisiante y molesto predominio de la superstición y el temor religioso me ha tocado en suerte vivir..., tan a mi pesar... Pero, no se equivoquen, mis queridos amiguitos amantes de lo secreto y lo mórbido del remoto futuro, creedme si os digo que, en pleno siglo XX ó XXI, legiones de galenos y sabios expertos en el funcionamiento del cerebro tampoco hubiesen definido con precisión científica la índole exacta de mi afección... Hay, hubo y habrá fenómenos que ni la filosofía natural ni los teólogos podrán explicar nunca..., y ni tan siquiera aspirar a empezar a comprender... Y uno de ellos es la esencia oculta y enigmática del Mal..., y sus impenetrables marcas congénitas en los organismos de sus escogidos...
En el transcurso de aquellos tremendos y espectaculares ataques, yo sentía arder mi cuerpo de niña, se me erizaban todos los diminutos y cortísimos vellos de la nuca y los brazos, mi vista se nublaba, un extraño zumbido similar al de un enjambre de avispas furiosas azotaba mis oídos, sentía horribles estremecimientos y escalofríos y, sobre todo, un dolorosísimo fuego que laceraba la zona inferior de mi lengua y el velo del paladar, como si atizasen su delicado tejido al rojo vivo..., acompañado de un denso y funesto sabor a la vez amargo, ceniciento y metálico, como si me alguien me hiciese "gustar" - es un decir - un extracto altamente concentrado de sangre ácida a la brasa... Después de eso, yo me precipitaba a coger entre mis trémulas manecitas el pequeño rulo que me colocaban debajo de la lengua al inicio de las crisis para que no me la mordiera, o impelía con desesperados gestos angustiosos a mi madre, mi querida nodriza Ilona, alguna de mis numerosas ayas e institutrices o a cualquiera de mis criados de ambos sexos que tuviese la mala suerte de encontrarse cerca para que lo hiciesen, pues los síntomas eran inequívocos: Después de aquellos preliminares la tempestad se antojaba inevitable... Segundos más tarde, empezaban los potentes y salvajes temblores, la furia, el ansia por morder, desgarrar, arañar y arañarme..., los espumarajos por la boca y los ojos en blanco... Caía al suelo como una muñequita desmadejada y gritaba, gritaba, aullaba..., de puro tormento, pues experimentaba la ilusión de que mi cuerpecito y mi misma alma se partían en dos bajo la despiadada acción de un bisturí titánico e inmisericorde... En esos breves y angustiosos instantes, tan sólo sentía odio..., odio y rabia infinitas... un deseo incontrolado y caótico de morder, devorar y destrozar..., destruír a todos y a todo, yo misma incluída..., como único recurso para el asco y la agonía que sentía... Por fortuna, aquello acababa en un par de minutos, sumiéndome en la más helada e inerte inconsciencia... Mi pulso casi desaparecía, la respiración se tornaba imperceptible, incluso aplicando la ruda y primitiva pruebecita del aliento sobre el espejo tan de moda durante estos siglos aun bárbaros y llenos de ignorancia... Una gelidez rígida y viscosa se apoderaba de mis músculos, articulaciones y piel, los ojos inertes, la pupila insensible... La primera vez, únicamente la férrea fe y voluntad de mi madre evitó el horripilante fin de mis días en uno de los muchos enterramientos prematuros característicos de una Era todavía impregnada hasta los tuétanos por la ceguera medieval... Más adelante, todos se acostumbraron..., de algún modo..., y esperaban a mi misteriosa recuperación, que ocurría, inexorable y tan incomprensible como los ataques, entre tres y seis horas después de éstos... Mi "resucitación" espontánea era, sin embargo, suave, casi dulce: Simplemente, los síntomas remitían, en orden inverso a su aparición, lenta pero mecánicamente... Finalmente, abría los ojos, turbios y desencajados como si hubiese contemplado el rostro de la Parca, y me estremecía, llorando más por recibir de nuevo la luz en las pupilas que por alivio, pues al final acabé hasta por acostumbrarme a aquella especie de macabro ritual...
Pero lo que nadie supo jamás es que a lo largo de mis estrambóticos sopores yo no perdía del todo la conciencia de mí misma: Ciega, sorda, insensible, algo muy dentro de mí continuaba latiendo, algo muy hondo, abisal, quizás mi "ánima" elemental, que ansiaba abrazarse y ser abrazada por los Abismos Ignotos... Y la Oscuridad latía, oscilaba, susurraba, era degustada por mi peculiarísmo y martirizado paladar... Ni entonces, por supuesto, pero tampoco décadas más tarde, cuando mi fiel Thorko me había instruído en todos sus extensos conocimientos en magia negra y esoterismo, y yo misma ya superaba a mi maestro en tales artes, combinados con mis notables saberes en otras disciplinas más convencionales como la medicina o las ciencias naturales, pude tan siquiera tratar de describir mis percepciones sumida en tales trances... Y tampoco ahora ni centurias después nadie podría, pues la Ciencia no es más que el desarrollo máximo de la Razón en aras de lograr comprender las Leyes que rigen el Universo para así jugar con ellas a nuestro favor..., y la Magia un despliegue de igual intensidad para someter los sucesos naturales y psíquicos a la Voluntad..., aunque por supuesto dentro de esas mismas Leyes, por más que no siempre lo podamos comprender, y utilicemos "milagros", prodigios" o epítetos parecidos e igualmente ridículos para designar aquello que no podemos formular de momento a través del entendimiento... En ese sentido, la magia de hoy es la ciencia y la técnica de mañana... El automatismo suple la débil voluntad humana... Son caminos complementarios, no opuestos... Pero lo que a mí me ocurría se hallaba más allá de la Razón y la Voluntad por igual..., mucho Más Allá..., estoy convencida... No existen ecuaciones, ni palabras, ni hechizos, ni conjuros para aproximarse tan siquiera a representarlo en mi propia mente, mucho menos para transmitirlo a otros: Por simple cortesía, me limitaré a decir que aquello se parecía a un gran corazón batiendo en la más maciza y desconsoladora Tiniebla..., el pulso de la Nada, el hálito del Vacío, la sorda y sutil respiración oculta de la Madre Oscura, la Matriz Secreta del Cosmos, algo a la vez, femenino, inhumano y eterno, tan grande como la Creación misma..., que parecía provenir al mismo tiempo de los más remotos puntos del firmamento y de las profundidades inexplorables de la Tierra...
Y lo que llamo la Madre Oscura a falta de algo mejor me "hablaba"..., no con palabras, sino mediante sabores, sonidos, fugaces visiones de saberes y placeres prohibidos, malditos, primordiales... Yo era una niña... No comprendía nada. Pero algo dentro de mí sí, y llegaba al éxtasis de su goce..., algo inefable, como un orgasmo vibrante, total y sin fin...Sentía terror, pasmo, perplejidad, maravilla... todo junto, pero, al mismo tiempo, una cálida e increíble sensación de Amor, de ternura..., acogimiento..., como si toda aquella Masa Tenebrosa informe, infinitamente vieja, poderosa, sabia y cruel me arropase, arrebujándome, acariciándome, mimándome...

Este fue el inicio de todo... Justo antes de alcanzar la pubertad, aquellos misteriosos episodios mórbidos cesaron por completo...

Luego, vino todo lo demás...
Nada más lejos de mi propósito que justificarme ante una hipócrita moral colectiva de rebaño y tribu en la que no creo ni creeré jamás, pues para mí no hay otra Ley que el Libre Albedrío del Yo y sus impulsos subjetivos: tan sólo pretendo contribuír a mostrarles mi sincera verdad sobre mí misma, o lo que alcanzo de ella: Créanlo o no, pues - me da igual -... , pero todo..., todas mis orgías de Magia Oscura, rituales macabros, festines de sangre, borracheras de tormentos y perversos éxtasis de martirio y deleite, no fueron más que furiosos y casi desfallecientes esfuerzos por atraer o invocar aquella Oscuridad Materna, Primordial, Inefable..., entre cuyos infinitos y todopoderosos brazos fui...feliz, en el sentido pleno de la palabra... Satisfacción absoluta en el plano físico,emocional, mental, espiritual... Como..., como un Éxtasis Integral sin Fin...

Pe..., pero... ¡Aahhh... per...do...nen..., pe...que...ñosss míossss... no... pue...do... ss...ee...guii...rr... La... La Os...curi...dad... la Dio...sa... de... lasss... Ti...nie...blasss..., T...Ttt...Te...lú...ri...ca... y... cósss...mi...caaa... ya... está... aquí... con...mi...go... Vu...vuel...ve... co...mooohh... al... prin...ci...piooohh... Oohhh...essss... esss... tan... dul...ce... Me... Me...voy..., en los doss... sen...ti...dosss... de... la... pa...pa...la...braaahh..., paraaahh... siemmm...preeeehh...! "
Dos horas más tarde, el nuevo oficial de guardia, quien acababa de estrenar su poco agradable destino como capitán de la pequeña guarnición encargada de velar el perpetuo emparedamiento en vida de aquella maldita y funesta mujer e introducirle dos míseras raciones de rancho inmundo al día por la trampilla de hierro del único y reducido ventanuco paracticado en los gruesos e inmisericordes muros de piedra de su inapelable condena, sintió el extraño impulso de abrir aquella herrumbrosa plancha de metal y contemplar el rostro de aquella Dama Maldita pero bellísima, empujado por el ruín deseo de los pequeños y resentidos por contemplar la decadencia de los que una vez fueron hermosos, triunfantes, libres y todopoderosos..

Durante unos minutos, dicho impulso luchó con otra pulsión tan humana y generalizada como él, pero mucho más primitiva y potente: El temor supersticioso a Lo Desconocido y Lo Prohibido...

Finalmente, el morbo envidioso ganó la partida, reforzado por la clara, fría y racional conciencia de que aquella señora, por más bruja y endemoniada que hubiese sido en el pasado, llevaba ya casi un lustro allí encerrada, y ninguno de sus supuestos y legendarios poderes magnificados por el vulgo atemorizado y rencoroso la habían librado de su cruel destino...

Con una mueca de presuntuosa chulería, escupió sobre el helado y polvoriento pavimento de piedra y se acercó a la alcoba/celda completamente enladrillada, deslizando su grande y tosca mano revestida por el guantelete hacia el oxidado mecanismo...

Un chirrido agónico, metálico y vacilante. Al principio, tan sólo una densa y maloliente tiniebla... Luego, el pequeño cabo de vela sostenido por la mano reforzada de acero tembló ligeramente, enfocando hacia adelante y hacia abajo...

La trémula luz amarillenta se reflejó en un par de pupilas de azabache, rasgadas, abiertas, muertas... Las pupilas estaban dilatadas de forma increíble, como si abarcasen casi todo el blanco del fondo, produciendo la impresión de que aquel cadáver carecía de ojos, pero los destellos de la ondulante llama parecían darle cierta forma inquietante de blasfema y pesadillesca animación, pulsado, latiendo, amenazantes, con un furor ambarino y devorador..., la espantosa y escalofriante mirada legendaria de la "Tigresa de Cachtice"...
" Ve.., ve gusano infecto..., y da la buena nueva de mi óbito a todos esos cerdos farsantes y miserables... Pero, ten cuidado..., no te entretengas..., no sea que estos ojos que jamás olvidarás en tus peores pesadillas te atrapen para toda la Eternidad..., porque lo que ya han visto y seguirán viendo volvería loco de miedo a una despreciable babosa estúpida como tú..."

El guardia escuchó aquel susurro invisible y preternatural en sus grandes orejas peludas y no muy limpias, y sintió como desde aquel par de discos exánimes emanaba una fortísima atracción, una atracción hambrienta, infernal, inhumana, deseosa de su sangre, de su vida, de su alma..., pero no porque considerase a éstas lo mas mínimo valiosas, pues nunca antes experimentó un desdén tan atroz, hiriente, casi doloroso en términos físicos a causa de su impalpable mas abrumadora intensidad aniquiladora, deshumanizante, que lo hacían sentirse en verdad menos que la más asquerosa larva o cucaracha..., sino alimentada por el simple placer de la más absoluta y casi perezosa diversión destructiva..., indolente, casi burlona...

El hombre girtó de puro pánico, consiguió cerrar la trampilla pillándose un dedo que sangró con abundancia sobre el hierro y el húmedo granito y salió huyendo en direción a su compañero, situado a la entrada del lóbrego pasillo, bajo un curvado y mugriento arco de granito.

Sus gritos farfullantes y aterrorizados, como los de un animal herido, apenas eran entendibles, pero despertaron a todo el cuerpo de centinelas de la abandonada y sepulcral fortaleza...

Erzsébet o Elizabeth von Bathory, la Condesa Sangrienta, la Tigresa de Cachtice, había muerto...

Pero su Mito acababa de nacer...

Y, con él, algo mucho más duradero y poderoso...

Ahora ya era la última Hija Predilecta de la Oscuridad...

Para siempre...


Autor: Juan Schreiber "El Alquimista" (Bathory66)

5 comentarios:

  1. amiga no abia visto tu blog nuevo como todos geniales,el tema de los vampiros me encantan "las vampiras mas"jejevenga un saludito guapa

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  2. Este relato es tuyo? Muy interesante, estoy deseando leer más cosas. Un saludo!!

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  3. Un relato buenisimo Bathory y estremecedor, me gusta mucho como escribes...muy bien descrito todo con una atmosfera de verdadera pasion por la sangre, besitossss

    PD: Samantha ya tenemos otros que se creen que este blog es mio....jejje mira que soy acaparadora...
    Una cosa si te parece bien mañana publico yo....besitossss

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  4. ARWEN jajaja No pasa nada! Es normal, ven tus poemas por aquí y se piensan que es tu blog. También pasa al contrario, que publica un colaborador y se piensan que es mio jiji

    Publica cuando tu quieras wapi!!

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