Le sonrió, enseñando los colmillos y bufó, en tono bajo, despectiva y rebosante de sardónico regocijo:
- ¡Iros a tomar por culo, gilipollas..!
Luego depositó su linda garrita alrededor de la rodilla y la corva de la pierna derecha de su amigo, y la apretó con esmerada y acariciadora contención, aunque ambos sabían que podía destrozarle la articulación con un simple espasmo muscular..., a la vez que ladraba al piloto y al copiloto que ocupaban sus puestos en la zona delantera de la cabina:
- ¡Vamos, levantad este trasto de una puta vez, joder...! No tenemos toda la noche...
El motor suspiró con el apagado murmullo de las células de hidrógeno, y el rotor comenzó a zumbar con sonoro ímpetu.
Poco después, la pista hexagonal con la esbelta "H" trazada en blanco en su centro tan sólo fue un punto bajo ellos y la aeronave se desplazó, rauda y decidida, bajo el encapotado y grisáceo cielo nocturno sobre Manhattan, sobrevolando fulmíneas y orgullosas torres, arcos, puentes, arbotantes, agujas y cúpulas de altanero resplandor eléctrico y bioluminiscente... De inmediato, dos estilizados estrato-cazas de las Fuerzas Aéreas norteamericanas a la cola y un tercero delante de ellos, cerraron la formación de escolta militar, rodeando al helicóptero de la Primera Ministra con flexible y casi artística diligencia. La estrella blanca de cinco puntas y los colores de la bandera barriestrellada adornaban sus bruñidos fuselajes de oscura aleación, acompañados por las enseñas confederadas. Estas últimas relucían también a ambos lados del morro del autogiro, al igual que el escudo de la Casa Bathory sobre las dos compuertas traseras, ahora herméticamente cerradas.
El profesor atisbó por la ventanilla lateral, observando cómo la Bahía del Hudson y la Estatua de la Libertad se empequeñecían, cientos de metros más abajo, mientras ante ellos se abría el ancho y negro océano. Se volvió hacia la mujer, con un gesto de leve sorpresa...
- Allá arriba nos esperan un aero-transporte /fortaleza y una escuadrilla de cazabombarderos, cariño - le informó la dama con frialdad - . Nos dirigimos a Egipto, ¿comprendes? Allí nos aguarda nuestra querida Gran Rubia..., bien guarnecida por una Centuria completa de Pretorianos y agasajada hasta la náusea por el Neo-Califa de El Cairo, uno de nuestros escasos pero poderosos aliados dentro del mundo musulmán..
- Entonces... ¿no está en la Luna? - se extrañó el investigador, alzando las cejas con cierta perplejidad - .
- No, querido. Eso fue una excusa, una pequeña mentira de Estado, conveniente y apaciguadora. Volvió ayer por la madrugada, casi al alba, pero en el más riguroso incógnito: Medidas de Alta Seguridad Confederal - recitó con una sonrisita sarcástica - . Preferimos que no asistiera a la Reunión informal, pues se preveía podía resultar tensa o...polémica en algunos aspectos, dadas las personalidades de algunas y algunos de los asistentes y lo delicado del asunto a tratar. De esta forma, mantenemos su Venerada figura por encima de todos los enfrentamientos o discrepancias, sin salpicaduras de las posibles heridas más o menos graves de nuestros choques dialécticos y los roces de nuestros bien alimentados egos... Aunque, por supuesto, ella ha estado viéndonos por holoconferencia en la Hiper-Red, el Salón de Reuniones estaba infestado de tridicámaras ocultas...
- No se os escapa nada, Señora - comentó él, conteniendo a medias una risotada entre cínica y complacida - .
La Dama le guiñó un ojo y su boca se retorció de exquisito gusto al musitar:
- ¡Nada, mi amor!... No olvides... Por algo somos las Albaceas y Guardianas del Testamento de Drácula... Y, en cierto modo, yo soy la Guardiana de la Primera Guardiana...
Leve apretón en la rodilla. Como siempre, justo por debajo del umbral del dolor...
- ¡Iros a tomar por culo, gilipollas..!
Luego depositó su linda garrita alrededor de la rodilla y la corva de la pierna derecha de su amigo, y la apretó con esmerada y acariciadora contención, aunque ambos sabían que podía destrozarle la articulación con un simple espasmo muscular..., a la vez que ladraba al piloto y al copiloto que ocupaban sus puestos en la zona delantera de la cabina:
- ¡Vamos, levantad este trasto de una puta vez, joder...! No tenemos toda la noche...
El motor suspiró con el apagado murmullo de las células de hidrógeno, y el rotor comenzó a zumbar con sonoro ímpetu.
Poco después, la pista hexagonal con la esbelta "H" trazada en blanco en su centro tan sólo fue un punto bajo ellos y la aeronave se desplazó, rauda y decidida, bajo el encapotado y grisáceo cielo nocturno sobre Manhattan, sobrevolando fulmíneas y orgullosas torres, arcos, puentes, arbotantes, agujas y cúpulas de altanero resplandor eléctrico y bioluminiscente... De inmediato, dos estilizados estrato-cazas de las Fuerzas Aéreas norteamericanas a la cola y un tercero delante de ellos, cerraron la formación de escolta militar, rodeando al helicóptero de la Primera Ministra con flexible y casi artística diligencia. La estrella blanca de cinco puntas y los colores de la bandera barriestrellada adornaban sus bruñidos fuselajes de oscura aleación, acompañados por las enseñas confederadas. Estas últimas relucían también a ambos lados del morro del autogiro, al igual que el escudo de la Casa Bathory sobre las dos compuertas traseras, ahora herméticamente cerradas.
El profesor atisbó por la ventanilla lateral, observando cómo la Bahía del Hudson y la Estatua de la Libertad se empequeñecían, cientos de metros más abajo, mientras ante ellos se abría el ancho y negro océano. Se volvió hacia la mujer, con un gesto de leve sorpresa...
- Allá arriba nos esperan un aero-transporte /fortaleza y una escuadrilla de cazabombarderos, cariño - le informó la dama con frialdad - . Nos dirigimos a Egipto, ¿comprendes? Allí nos aguarda nuestra querida Gran Rubia..., bien guarnecida por una Centuria completa de Pretorianos y agasajada hasta la náusea por el Neo-Califa de El Cairo, uno de nuestros escasos pero poderosos aliados dentro del mundo musulmán..
- Entonces... ¿no está en la Luna? - se extrañó el investigador, alzando las cejas con cierta perplejidad - .
- No, querido. Eso fue una excusa, una pequeña mentira de Estado, conveniente y apaciguadora. Volvió ayer por la madrugada, casi al alba, pero en el más riguroso incógnito: Medidas de Alta Seguridad Confederal - recitó con una sonrisita sarcástica - . Preferimos que no asistiera a la Reunión informal, pues se preveía podía resultar tensa o...polémica en algunos aspectos, dadas las personalidades de algunas y algunos de los asistentes y lo delicado del asunto a tratar. De esta forma, mantenemos su Venerada figura por encima de todos los enfrentamientos o discrepancias, sin salpicaduras de las posibles heridas más o menos graves de nuestros choques dialécticos y los roces de nuestros bien alimentados egos... Aunque, por supuesto, ella ha estado viéndonos por holoconferencia en la Hiper-Red, el Salón de Reuniones estaba infestado de tridicámaras ocultas...
- No se os escapa nada, Señora - comentó él, conteniendo a medias una risotada entre cínica y complacida - .
La Dama le guiñó un ojo y su boca se retorció de exquisito gusto al musitar:
- ¡Nada, mi amor!... No olvides... Por algo somos las Albaceas y Guardianas del Testamento de Drácula... Y, en cierto modo, yo soy la Guardiana de la Primera Guardiana...
Leve apretón en la rodilla. Como siempre, justo por debajo del umbral del dolor...
Pedazo de blog tienes montado muy acorde con la tematica del mismo, y con muchos gatches interesantes, igual me informo de como colocar algunos de ellos en el mio.
ResponderEliminarUn saludo, pasare otro dia con mas tiempo a leer mas detenidamente.
Por aqui sigo, poquito a poco, pero cada vez mas enganchada.
ResponderEliminarBesos desde la oscuridad.